Psicoanalista

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EL INICIO DE UN TRATAMIENTO: LA PALABRA.

Primera conferencia del Ciclo de Ilustraciones Freudianas y Apólogos Lacanianos sobre el tema de la INICIACIÓN DEL TRATAMIENTO: LO INCONSCIENTE Y LA PALABRA organizado por Biblioteca. Sede de Madrid. 4 de Mayo de 2003.

En primer lugar porqué hablar de la palabra en una conferencia cuyo título es la Iniciación del tratamiento.

La palabra es el principio fundamental sobre el cual se construyó el descubrimiento freudiano. Es en el trabajo con las palabras donde reside la base de la experiencia analítica, es ese trabajo lo que constituye su técnica es decir el quehacer del psicoanalista. Pero a su vez hay otra palabra, la del analizante que con su decir y sus avatares va a constituir el campo de dicho trabajo.

¿Por qué tanto valor puesto en la palabra?

Aquí podemos dar varias razones, pero la principal se asienta sobre la idea de que la palabra es lo primero, lo que está en el origen. La palabra precede al sujeto. Está ahí ya antes de su nacimiento. Se nace en un mundo de palabras. Esta forma de pensar al sujeto tiene sus consecuencias. No es lo mismo pensar que nacemos como algo exclusivamente biológico y que con el tiempo adquirimos el lenguaje como producto de una maduración y aprendizaje que pensar que nacemos bajo los efectos de esta estructura que así pensada va a marcar inevitablemente lo biológico separándolo para siempre de lo natural. La palabra no es del sujeto, es el sujeto el que en cierta medida depende de la palabra, pero de esa palabra que va más allá de lo conocido.

Es en este giro del "sujeto a la palabra" donde el concepto de sujeto Lacaniano es formulado como la manera de pensar no solo a dicho sujeto sino ese otro Yo que se funda descentrando al Yo como unidad y al Yo de la conciencia: el sujeto es sujeto de la palabra y por tanto sujeto dividido, S/, es porque ya ha sido hablado que habla y eso va a determinar su lugar único y de excepción marcando diferencias obvias con el resto de los seres vivos. Tanto la noción de sujeto como la de Yo incompleto cuya unidad no es más que un espejismo tiene sus repercusiones en la práctica clínica diaria. Estas diferencias teóricas van a atravesar al sujeto, mostrándose así desde Freud que no es mas el amo de su decir: sus necesidades, sus demandas, sus deseos, sus relaciones con los otros... todo queda mas allá o mas acá de lo que dice. Se produce así un desencuentro inaugural, desencuentro que determina su existencia. Existencia contemplada no solo por la conciencia sino por todo aquello que más se escapa a su control. Es así desde otro lugar que ni es el Yo, ni lo más conocido, ni lo manifiesto, ni el blá, blá, blá de la palabra hueca o vacía desde donde se hace oír otra cosa, otra palabra que interfiere...un síntoma que no se explica ni con la medicina ni con la neurología... Este otro lugar es lo que ya se ha nombrado como lo inconsciente.

El sujeto freudiano es el sujeto del inconsciente, sujeto de un "yo no sé", "yo dudo", "no sé qué quiero", enunciados que parecen mostrar un Yo muy diferente al que se ha tenido en cuenta antes de Freud. Él soy dónde no pienso que se deduce de la teoría Freudiana produce un giro en el pensamiento de la época. El racionalismo queda desmarcado dejando "al pienso luego existo" con una existencia falta de todo aquello que le es más propio. Él soy donde no pienso se nos muestra desde Freud como la fisura o la división que sufre el sujeto, fisura y división por dónde puede manifestarse lo inconsciente especialmente en los tropiezos del lenguaje: el lapsus, el sueño, el olvido, el síntoma... el síntoma como condensación como metáfora, como palabra cifrada...

El sujeto del psicoanálisis es pues sujeto de la palabra es sujeto efecto de la estructura del lenguaje. No es ni el sujeto gramatical, ni el sujeto psicológico, ni el sujeto de la ciencia ni el de la filosofía. Así la medicina y la psicología al no contar con lo inconsciente se quedan en el enunciado de las cosas, se quedan en la mera descripción de síntomas que nada tiene que ver con lo subjetivo, nada tiene que ver con la subjetivación que hace un sujeto cuando se responsabiliza de aquello que no sabía pero que no por no sabido ha dejado de producir efectos en el cuerpo, en su ser, en su vida. Lo no sabido, lo olvidado o reprimido es lo que aparece en los síntomas del cuerpo.

Es en los efectos en el cuerpo en los que Freud se fijó en los neuróticos que llegaban a su consulta a finales del siglo XIX. Sus primeros historiales clínicos hablan de lo que cuentan sus histéricas cuando llegan quejándose de síntomas corporales que no encontraban ni alivio ni respuesta en el recorrido médico que habían hecho antes de llegar a él.

Freud no trabajó solo. Breuer y Charcot también estudiaban e investigaban el por qué de los síntomas neuróticos. Fue Breuer quién había obtenido la curación de una histérica a través de la sugestión. Posteriormente Freud ensayó el método aplicándolo a numerosos pacientes. En estos tratamientos fueron confirmando que la etiología y lo que se ponía en juego en estos trastornos desbordaba el saber médico adentrándose en un terreno que tenia mas que ver con lo anímico, con los afectos, y con lo psíquico.

Fué a través de la sugestión y de la hipnosis y de su posterior abandono que se llegó al método psicoanalítico. Breuer renunció a la sugestión y Freud avanzó renunciando también a la hipnosis. Fue Ana O. paciente de Breuer quién bautizó el tratamiento como cura por la palabra, la "talking cure".

Fueron las histéricas quienes iban marcando el nuevo método. Él déjeme hablar dirigido a la persona del médico abrió paso a un nuevo espacio en el que médico y paciente fueron sustituidos en su función por analista y analizado. Funciones y lugares que daban la palabra al enfermo quedando el saber sobre el síntoma del lado del que lo sufre y no del lado del analista. Saber que el sujeto no sabe que sabe. Saber que permanece detenido, reprimido y que solo aparece en la conciencia a través de los síntomas.

Y es a través del síntoma de la palabra y del sujeto que padece, como nos situamos tanto en los comienzos del psicoanálisis como en el inicio de un tratamiento.

Por inicio de un tratamiento entiendo el momento en el que un sujeto se dirige a un lugar, a un Otro para descifrar su síntoma, síntoma que de alguna manera le dificulta o le impide vivir. Aquí nos hacemos otra pregunta: ¿Qué es lo propio de un psicoanálisis? Por lo que hemos ido diciendo hasta ahora llegamos a concluir que "lo propio de un psicoanálisis es operar sobre el síntoma mediante la palabra". Palabra que implica a la persona del analizante y a la persona del analista. A la persona del analizante con el relato de todo aquello que aparece desde las primeras entrevistas como un puzzle inconexo en el que el sujeto no parece poder ubicarse. Y a la persona del analista con las mínimas palabras, solo las necesarias para dejar hablar en primer lugar siempre al sujeto que llega, aportándole alguna pregunta o señalamiento que haga posible la continuación del relato.

Esta es una cuestión fundamental a tener en cuenta en las primeras entrevistas. En las primeras entrevistas y antes de que se instale la transferencia toda interpretación quedará postergada (sobre la transferencia tratará la segunda conferencia de este ciclo). Es decir es en este tiempo primero donde se van a ir preparando las condiciones para el comienzo del análisis propiamente dicho.

Lo que sí se pone en marcha desde el principio en el dispositivo analítico es la "asociación libre" es decir "hable de cualquier cosa". Y es en este hablar donde van apareciendo las palabras cuya elección no procede íntegramente del campo del Yo o de la conciencia sino de ese otro lugar inconsciente. Las cadenas asociativas que se forman van señalando la prevalencia del sentido que para cada sujeto tienen algunas palabras que se van a destacar en su discurso a través de lo que insiste o se repite. Estas palabras propias de cada sujeto constituyen su singularidad y la del psicoanálisis ya que es en el uno a uno desde donde este sujeto es escuchado y desde donde el sujeto puede encontrar los significantes que le determinan. Este punto del uno a uno es un aspecto que hace diferencia con la psicología y la psiquiatría. Con la psicología en su empeño de deducir la psicología humana del comportamiento y de los estudios con animales para formular principios que sean lo más generales posibles y que valgan para todos. Y con la psiquiatría en la confección de manuales diagnósticos basados en la enumeración de síntomas y síntomas que uniforman y etiquetan bajo el mismo nombre a personas que difieren estructuralmente. Por el contrario para el psicoanálisis un mismo síntoma por ejemplo un síntoma de anorexia no representará la misma gravedad ni querrá decir lo mismo en una persona que en otra, es decir es uno a uno considerado. No es lo mismo una anorexia en una estructura neurótica: histérica u obsesiva que en una estructura psicótica. De la misma manera procederemos con una depresión, con una adicción o con cualquier otro síntoma.

El psicoanálisis descubre que el síntoma dice algo y que solo no callándolo, dejándolo hablar, puede sostener la apuesta de la curación. El síntoma es aquello con lo que el sujeto no puede, es el tropiezo, el sufrimiento, es aquello con lo que el sujeto se encuentra y contra lo que carece de recursos.

Pero a veces no basta ni con el malestar ni con el sufrimiento para que alguien se dirija a un psicoanálisis. En muchas ocasiones el sujeto se queda ahí parado en su malestar instalándose en la queja cotidiana.

Lacan dice textualmente: "hace falta que algo empuje". Hace falta que algo empuje para salir de esa inercia. Para entrar en un análisis es necesario a veces que algo inesperado cruce o irrumpa en la vida del sujeto, es necesario que sus creencias se muevan y que quede en algo por fin cuestionado. Lo que sabe le falla, no es suficiente para explicar lo que le ocurre. La pregunta por la causa del dolor no es fácil de contestar pero su formulación abre una vía en las primeras entrevistas, a través de la asociación libre, a lo enigmático, a lo que se impone en el decir que así demuestra que de libre tiene mas bien poco, ya que son unos cuantos significantes los que dan vueltas a lo largo de un análisis: el Otro, el deseo, la Demanda...o dicho de otra manera la madre, el padre, las relaciones con los demás, el amor, el sexo, la muerte etc...

Otro dato que se comprueba en la experiencia clínica es que en la mayoría de los casos como ya he dicho antes ni los síntomas ni el sujeto llegan con una transferencia constituida. Esto quiere decir que el síntoma no está preparado para ser trabajado siendo entonces función del analista hacer aparecer el motor de la cura. (el sujeto supuesto saber). Y también hay que decir que aunque el analista empuje, el resultado no está asegurado. Hay personas que al volver a encontrarse con su misma dificultad, no reconocen en ello mas que su desasosiego o su angustia en la que no tienen nada que ver, es decir no tienen parte en aquello de lo que se quejan. Por supuesto en estos casos no hay entrada en análisis.

En el inicio de un tratamiento siempre hay una escucha de lo particular, de lo singular pero esto a su vez apunta hacia lo general que se da en todo movimiento de entrada en análisis. En este movimiento, "fase inicial" que llamó Lacan, donde algo se entrevé, es como un momento para empezar a ver algo, para hacer posible la apertura al inconsciente. Esta entrada o apertura puede ser mas o menos prolongada en el tiempo. Cada sujeto tiene su tiempo.( ejemplo de ajedrez, en una partida se puede culminar la apertura en cinco o seis movimientos mientras que en otras podríamos haber realizado quince movimientos y no haber alcanzado una posición que nos permita desarrollar una estrategia). En general no se recomiendan movimientos bruscos ni en el juego ni en el análisis. Siguiendo con el ejemplo del ajedrez, durante el desarrollo de una partida es preferible ir aumentando la presión sobre la posición contraria, antes que lanzarnos a un ataque del cual no hallamos evaluado ni su alcance ni sus consecuencias pues podríamos perder la ventaja adquirida.

Un movimiento brusco es interpretar o revelar al sujeto algo que todavía no está próximo a descubrir. Esto puede llegar a angustiar mas al sujeto y suponer una huída dejando así el recorrido iniciado.

Para terminar he escogido unas citas de Freud de "Lecciones de Introducción al psicoanálisis"de 1915.

"El tratamiento analítico aparece como un intercambio de palabras entre el paciente y el analista".

"Las palabras, primitivamente, formaban parte de la magia y conservan en la actualidad algo de su antiguo poder. Por medio de las palabras puede un hombre hacer feliz a un semejante o llevarle a la desesperación... Las palabras provocan afectos emotivos y constituyen el medio general para la influenciación recíproca de los hombres. No podremos, pues, despreciar el valor que el empleo de las mismas pueda tener en la psicoterapia".


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